(PARTE I)
Antes de disputarse los Juegos Olímpicos de México 68, las familias habían recibido amenazas anónimas por su participación en asociaciones pro derecho de los afroamericanos dentro y fuera de la Universidad.
Antes de disputarse los Juegos Olímpicos de México 68, las familias habían recibido amenazas anónimas por su participación en asociaciones pro derecho de los afroamericanos dentro y fuera de la Universidad.
La situación era insostenible en los años 60 en los Estados Unidos de America. Un negro que había luchado por los derechos de los afroamericanos de manera pacífica, fue asesinado. Era Martin Luther King, líder de muchos jóvenes que quedaron marcados y que exigían unos derechos para la gente de raza negra. Esa reivindicación de los derechos civiles de los negros se iba desmadrando, más después de la muerte de su líder e ideólogo.
El Ku Klux Klan caminaba a sus anchas por muchos estados americanos, la guerra de Vietnam generó muchas protestas y se encaminaba hacia un túnel sin salida, las revueltas estudiantiles eran el azote de los gobiernos. El movimiento hippie y su doctrina pacifista se difundían.
Tommie Smith (1944) era el séptimo negro de una familia tejana de doce hermanos, cuyo padre trabajaba llenando sacos de algodón bajo la atenta vigilancia de los capataces blancos, creció con el espíritu rebelde de querer integrarse en un país que ensalzaba las glorias de los hombres que se hacen a sí mismos.
“ Mientras ganes carreras no tienes que trabajar los sábados” le decía su padre y que el mismo Tommie utilizaba como lema para no tener que trabajar. Fue a partir de los 15 años cuando su mentalidad cambio y lo empezó a utilizar para hacerse oír en sus propósitos de igualdad. Era un ambiente hostil en una Norteamérica racista de esos años.
Sus aptitudes atléticas fueron usadas por sus padres como argucia para que alguna universidad lo becara en sus estudios: La de San José.
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